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El apego como causa de sufrimiento


Al hablar de apego, tenemos la tendencia innata de darle una connotación positiva cercana al cariño, a lo que entendemos por amor. Sin embargo desde un punto de vista psicológico, es importante que tengamos claro qué es y qué no es el apego y qué significa, realmente, desapegarse en el amor.


El apego, como punto de partida del sufrimiento humano tiene un significado parecido a lo que podríamos definir como adicción. Es normal, que ahora, al leer esto la palabra apego resuene en tu cabeza de una manera no tan agradable. Si, es cierto, los psicólogos tratamos el apego desde el punto de vista de dependencia emocional como una adicción, una obsesión que tiene como sustento cuatro creencias falsas e irracionales :


El apego es un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: primera, que es permanente; segunda, que te va a hacer feliz; tercera, que te va a dar seguridad total y, por último, que dará sentido a tu vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para la pérdida y, por ende, no aceptas el desprendimiento.


Cuando nuestros sentimientos por alguien se vuelven obsesivos, el apego se corrompe, y es en ese punto donde surge el sufrimiento que viene dado principalmente por la pérdida de identidad, autoestima y dignidad en pos de mantener a nuestro objeto de apego ( deseo) a nuestro lado a cualquier precio. Dicho de otra forma, tu mente invierte la práctica totalidad de sus recursos en una lucha constante y titánica para que la persona “amada” no se aleje de tu lado, olvidando por completo la búsqueda del propio bienestar y siendo incapaz de disfrutar de la alegría de compartir un amor sano y equilibrado.


El apego afectivo es una vinculación mental y emocional, generalmente obsesiva, a ciertas personas, originada en la creencia irracional de que ese vínculo proveerá de manera única y permanente de placer, seguridad o autorrealización con el total convencimiento de que sin la otra persona jamás se será capaz de alcanzar la felicidad.


Estos vínculos de apego patológicos son los que dan en aquellas relaciones desiguales donde uno ejerce el poder y el otro se supedita, implorando la atención de aquel que a su vez le desprecia, pero encontrando en ese mismo desprecio el valor del otro. Son relaciones verticales, donde no existe la igualdad porque de hecho si esa igualdad llegase a darse la relación para ambas partes perdería su valor. Imaginemos por tanto que los Dioses existen porque han sido adorados por los hombres. En este sentido, los hombres necesitan un Dios lejano, insensible o incluso vengativo para sentirle poderoso, lo mismo que ese Dios necesita de la vulnerabilidad de los hombres para sentirse a si mismo Dios.


¿ Cómo podemos desapegarnos?


Desapegarse no implica distancia emocional o frialdad. El desapego es una forma sana de relacionarse donde uno no se inmola por el otro, o más bien por la fantasia de poder que tiene sobre el otro. Para racionalizar esta situación, debemos ser conscientes de la realidad : nadie tiene el poder de hacernos felices. Nadie tiene en sus manos nuestro propio destino. Cuando somos conscientes de esa realidad, abrimos las puertas al desapego.


Ser afectivamente libres, significa amar sin poseer, sin oprimir. El individuo que decide romper con la adicción a su pareja entiende que desligarse psicológicamente no es fomentar la frialdad afectiva, porque la relación interpersonal nos hace humanos (los sujetos “apegados al desapego” no son libres, sino esquizoides). No podemos vivir sin afecto, nadie puede hacerlo, pero sí podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él.


Es en este lazo afectivo del apego corrompido donde el ser humano encuentra la mayor causa del sufrimiento. El deseo nunca cumplido de la posesión total del otro como garantía de la propia felicidad.

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